esta pieza de Pedro Gluckman, Presidente del CIS, y Vivi Stavrú, oficial científico sénior y secretario ejecutivo de la Comité por la Libertad y la Responsabilidad en la Ciencia se publicó por primera vez en Investigación Europa el 26 de mayo de 2022 y se reproduce aquí con la amable autorización de los editores.
La investigación del Consejo de Jóvenes Científicos de Ucrania, publicada el 4 de abril, encontró que 6,300 científicos ucranianos huyeron del país en los 19 días posteriores a la invasión rusa. Durante el mismo período, 82 instituciones científicas, que representan casi el 15 por ciento de la infraestructura de investigación, sufrieron daños significativos, ya menudo deliberados.
Todas estas cifras ahora serán mucho más altas. De los refugiados, uno de cada cinco probablemente se quedará en el extranjero para siempre. Miles permanecen en Ucrania para apoyar a la administración civil y sus familias. Algunos han sido asesinados. Faltan otros. La mayoría son desplazados internos.
La guerra en Ucrania es un claro recordatorio de por qué la comunidad científica debe permanecer unida para condenar tales actos de agresión y, lo que es más importante, tomar medidas antes, durante y después de tales desastres. Hay numerosos conflictos en curso en todo el mundo y más refugiados que en cualquier otro momento de la historia registrada.
Esta es la razón por la que el Consejo Internacional de Ciencias, la Academia Mundial de Ciencias y la Asociación Interacadémica se han unido para desarrollar el Iniciativa ciencia en el exilio. Esta red reúne a la comunidad científica con científicos en riesgo, desplazados y refugiados, así como con organizaciones no gubernamentales y agencias de la ONU que trabajan para protegerlos y apoyarlos.
Science in Exile existe para apoyar a estas ONG y agencias, no para duplicar su trabajo ni competir por la financiación. El objetivo es intercambiar información, identificar brechas y ayudar a la comunidad científica mundial a proteger y apoyar a los científicos en riesgo o desplazados por conflictos u otros desastres. Es crear conciencia y considerar cómo la ciencia y los científicos deben prepararse y responder a tales crisis. Es traer la empresa científica más amplia a la mesa y proporcionar evidencia para respaldar los esfuerzos de respuesta.
El 20 de abril, lanzamos la Declaración de Ciencia en el Exilio, que ahora está reuniendo signatarios: instamos a las instituciones, asociaciones disciplinarias y otras organizaciones a que se suscriban. La declaración habla del deseo de un mundo con paz, seguridad y bienestar, donde la ciencia pueda florecer y mejorar la vida de las personas. Proporciona una visión para la acción colectiva y un marco para permitir que los científicos en riesgo, desplazados y refugiados continúen su investigación.
La declaración establece seis artículos de compromiso. El primero trata de la preparación: la necesidad de que las organizaciones y los órganos rectores nacionales e internacionales elaboren planes para proteger y preservar el conocimiento, los sistemas y la infraestructura científicos en tiempos de desastre y conflicto. Esto requiere una financiación dedicada, el compromiso de las partes interesadas y un pensamiento innovador sobre las estructuras físicas y los mecanismos de seguridad necesarios para advertir, proteger y responder a las necesidades y el trabajo de los científicos durante una crisis.
Los artículos del dos al cuatro consideran cómo brindar apoyo en tiempos de crisis, como a través de becas y becas, vías para continuar el trabajo y el estudio, y ayudar a los científicos en riesgo, desplazados y refugiados a defender sus necesidades.
Hemos visto una gran cantidad de apoyo a Ucrania, con universidades que ofrecen plazas para estudiantes, becas para profesores y puestos para científicos. Sin embargo, quedan enormes brechas.
La solicitud de Ucrania a la comunidad científica internacional es clara: financiar redes de investigación; contratar académicos, personal técnico y trabajadores en situación de riesgo; y comprometerse con las autoridades del país. El Consejo de Jóvenes Científicos ha solicitado ayuda para brindar acceso abierto a revistas, bases de datos de investigación, archivos y bibliotecas en línea; acceso remoto a software con licencia, equipos de investigación y laboratorios; y la exención de los cargos de publicación.
Estos son el tipo de temas en los que se centrará Science in Exile. La red necesita aprovechar el apoyo actual a Ucrania para impulsar sistemas y políticas más justos y humanos en general.
Los dos últimos artículos de la declaración abordan lo que sucede después de una crisis, centrándose en la reconstrucción y la protección de las generaciones futuras. En promedio, los refugiados están desplazados durante 20 años. Su educación se ve interrumpida y sus carreras fragmentadas. ¿Cómo se reconstruirán y prosperarán las sociedades después de una guerra o un desastre si no hay científicos, médicos, ingenieros y otros académicos?
Necesitamos explorar más a fondo cómo la ciencia se recupera de una catástrofe, reconociendo que el camino hacia la paz y la seguridad puede ser largo y complicado.
Movilicémonos, utilizando la declaración para abogar por el apoyo a los científicos, los sistemas científicos y la infraestructura científica, y elaboremos planes para la recuperación de crisis como las de Ucrania, Afganistán, Venezuela y Myanmar. Los financiadores y los gobiernos deberían patrocinar estos esfuerzos y desafiar a las comunidades científica y académica a proponer formas de avanzar.
Apoyando a científicos en riesgo, desplazados y refugiados: un llamado a la acción
Las organizaciones que deseen agregar su apoyo y respaldar la Declaración pueden hacerlo en el enlace anterior.