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Transformando las organizaciones científicas: el impacto del liderazgo femenino en la reforma institucional  

Mónica Moraes, bióloga especializada en palmeras, es profesora titular e investigadora del Herbario Nacional e Instituto de Ecología de la Universidad Mayor de San Andrés en Bolivia. Desde 2021 hasta mediados de 2024, fue la primera mujer presidenta de la Academia Boliviana de Ciencias. Rompiendo la cultura del silencio, abogó por el cambio, abogando por la representación de las mujeres y redefiniendo las prácticas institucionales.

Este artículo es parte de la serie “Mujeres científicas en el mundo: estrategias para la igualdad de género” explora los factores y las barreras a la representación de género en las organizaciones científicas. Se basa en un estudio piloto cualitativo realizado por el Consejo Científico Internacional (ISC) con el Comité Permanente para la Igualdad de Género en la Ciencia (SCGES), basada en entrevistas con científicas de diversas disciplinas y regiones geográficas. La serie se publica simultáneamente en los sitios web del ISC y del SCGES.

La Dra. Moraes desarrolló un interés por la ciencia a través de su padre, un nativo de la Amazonia, quien la sensibilizó con la belleza de la naturaleza y la selva tropical desde su infancia. Recuerda que pasaba las vacaciones en las selvas tropicales de las montañas, donde su padre le explicaba los ciclos de la naturaleza, cómo cultivar plantas y cómo cosechar frutas. Estas experiencias de la infancia han tenido un impacto duradero en Mónica, y ella cree que, como resultado, se inclinó naturalmente hacia la biología y la naturaleza amazónica. 

Aprovechar las oportunidades internacionales 

Al principio, la Dra. Moraes tuvo que recurrir a oportunidades internacionales para cursar sus estudios y su carrera. A raíz de la crisis política y militar que azotó al país, todas las universidades de Bolivia cerraron, lo que llevó a Mónica a continuar sus estudios de biología en España durante dos años. Afortunadamente, los créditos obtenidos durante este paréntesis fueron convalidados posteriormente por el sistema educativo boliviano y pudo reanudar sus estudios en su país de origen. 

Mientras ella estudiaba, un grupo de investigadores daneses llevaba más de 20 años en Ecuador estudiando el bosque tropical. Uno de ellos, el Dr. Henrik Balslev, se convirtió en el mentor de Mónica y la invitó a unirse a su investigación cuando recibió una beca de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza para evaluar el estado de conservación de las palmeras de Bolivia mediante un breve viaje de campo a la región de Yungas. 

Después de esa primera experiencia de investigación, recibió una llamada telefónica del Dr. Balslev que le dijo: “Tengo una beca para ti. ¿Puedes viajar a Dinamarca en las próximas dos semanas?”. Estudió su maestría (1989) y doctorado (1996) en la Universidad de Aarhus, en Dinamarca. 

El sueño de Mónica y otros colegas latinoamericanos de convertirse en investigadores se hizo realidad poco después, en 2005. Este equipo de investigación, integrado por cuatro socios de países sudamericanos y europeos, recibió una importante subvención de 1.5 millones de euros durante cinco años de la Unión Europea para realizar trabajos de campo en los bosques de América Latina. Varios investigadores jóvenes también realizaron trabajos para obtener títulos de grado, máster y doctorado. 

Abordar la cultura del silencio 

Durante nuestra entrevista, Mónica nos contó que no tuvo ningún problema durante sus estudios ni en su carrera universitaria relacionado con el género, pero las cosas se complicaron en este sentido cuando se unió por primera vez a la Academia de Ciencias. En el año 2000, el Dr. Armando Cardozo había propuesto su nombre para unirse como una de las nuevas becarias, pero pasaron los años y, lamentablemente, la persona que la propuso falleció antes de que finalmente fuera admitida en el año 2008. “Fue un momento desgarrador para mí, ya que él estaba muy dispuesto y ansioso por que me uniera”. 

Antes de ella, solo una mujer había sido nominada como miembro titular de la Academia Boliviana y, tras ser admitida tras una larga espera, Mónica inicialmente mantuvo un perfil bajo. “La mayoría de las academias de ciencias son similares a estructuras patriarcales: todo funciona con hombres; los hombres están en todas partes. Esta cultura e historia tienen un impacto en la institución”. Mónica habló de una “cultura del silencio” que afecta a las mujeres a las que se les permite ingresar a instituciones tan prestigiosas. “No quieren causar revuelo; por otro lado, parece que los hombres no son conscientes de este problema. Para ellas, no hay problema”. 

La Dra. Moraes comenzó a salir de su caparazón poco a poco. Se describió como una persona resiliente y decidida, dispuesta a cambiar las cosas y romper poco a poco con esa cultura del silencio. Cinco años después de unirse a la academia, propuso establecer un premio dedicado a las mujeres científicas, lo cual fue aprobado. “Después de eso, todo lo que hice fue ampliar las cosas, solicitar más y más y asumir más y más responsabilidades”. Se sintió más incluida a nivel institucional. Fue designada por el presidente de la Academia para unirse al programa Mujeres por la Ciencia de la Red Interamericana de Academias de Ciencias (IANA), de la que se convirtió en punto focal. Conversar con otras científicas de otras academias de todo el continente americano fue crucial. “Aprendí tantas cosas y me impresionó la cantidad de temas de género que se promovieron y resolvieron en la historia de otras academias. Siguiendo sus ejemplos, propuse que la academia boliviana creara su propia comisión de género”. 

Escuchar a otras mujeres trabajando para promover la representación y la igualdad en sus propias instituciones le dio consuelo a Mónica para hacer lo mismo. “Me comprometí mucho. Si estábamos formando un nuevo equipo, una nueva comisión, siempre proponía a otras mujeres. ‘¿Por qué no involucrar a Celeste? ¿Por qué no a Ana para este puesto?’ Quería que las mujeres participaran en todas las comisiones y en todas las actividades de la academia”. 

Impulsando el cambio como la primera mujer presidenta 

La Dra. Moraes fue elegida presidenta de la Academia en 2021 y, con ello, abordó su mayor proyecto hasta el momento: la revisión de los estatutos de la academia. Su objetivo era mejorar el procedimiento de nominación y modernizar los procedimientos como los de otras academias de ciencias, en particular, trasladar la selección de nuevos miembros de una votación plenaria a una evaluación exclusiva del comité de admisiones. “Fue un gran esfuerzo”, recuerda Mónica, “muchas, muchas reuniones a lo largo de un año para revisar los documentos”.

En aquel momento, para seleccionar a los nuevos miembros, el comité entregaba una lista de candidatos preseleccionados en función de unos criterios de evaluación. “Eso estaba bien”, dice Mónica, “pero una vez confeccionada la lista, había que votar a los nuevos miembros en público durante las sesiones plenarias. Era muy difícil tener una buena idea de quién era cada candidato y que se compartieran sus aportaciones completas. Sólo leíamos un breve resumen antes de la votación”. 

En ese momento, decidió eliminar la votación plenaria y que el comité de admisiones se basara únicamente en su propia evaluación objetiva de cada candidato. Los candidatos ahora tienen una visión clara del proceso y una lista objetiva de criterios que deben cumplir para ser nominados. Ya no deben someterse al voto subjetivo de otros miembros. “No tienes que conocer a la gente, no tienes que ser recomendado. Ahora se basa en criterios profesionales, como publicaciones y puestos”. 

Mónica considera que este proceso ha animado a más científicos a postularse. “En un solo año, en 2022, sumamos 6 nuevos miembros, ¡lo cual es un récord!”. La Dra. Moraes estimó que la representación de las mujeres dentro de la academia ha crecido en un 30%. También destacó que se han sumado científicos más jóvenes, y el más joven de ellos fue nominado a los 48 años. 

Pero a pesar de estos avances, aún percibe una falta de confianza en sus compañeras. “He intentado convencer a seis nuevas científicas para que se postulen a la academia, pero solo una ha respondido”. Mónica cree que una de las razones es que algunas piensan que aún no tienen suficientes publicaciones. “Quizás podría mostrarles el expediente de admisión de una colega que obtuvo una puntuación de 100% y fue nominada; tal vez entonces piensen que también pueden hacerlo”. 

Trazando un rumbo para el futuro 

Poco a poco, las cosas van cambiando en la academia científica boliviana, gracias a la perseverancia y determinación de unas cuantas mujeres y a la colaboración regional con mujeres que persiguen el mismo objetivo. El respaldo de las sesiones plenarias y el apoyo consensuado de todos los miembros de la Academia han sido claves para su gestión. 

En el momento de la entrevista, el mandato de Mónica estaba a punto de terminar, pero aún tenía una buena idea de lo que había que hacer. “Creo que necesitamos una comisión de género más fuerte en la academia, con suficientes recursos para organizar reuniones con mujeres científicas de todo el país, tal vez de forma virtual. Me encantaría ver también un espacio para estudiantes, algún tipo de mentoría para guiarlas ante posibles desafíos”.  

Ella consideró que no presentarse a otro mandato como presidenta podría liberar algo de tiempo para impulsar el progreso de la comisión e implementar parte de su labor de promoción de la igualdad de género en su trabajo en la universidad. “Probablemente no crearé una comisión de género en la universidad, pero creo que para mí esta promoción es algo cotidiano. Puedo interactuar con nuestros estudiantes, crear espacios y brindar asesoramiento sobre cómo abordar cuestiones de igualdad de género”. 


La Dra. Mónica Moraes es bióloga especializada en palmeras, profesora de tiempo completo e investigadora del Herbario Nacional y del Instituto de Ecología de la universidad mayor de san andres en Bolivia. Desde 2021 hasta mediados de 2024 fue la primera mujer presidenta de la Academia Boliviana de Ciencias.

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